La droga de Víctor Estrella

Por Michael Monegro

Hace unos años, cuando Víctor Estrella iba en pleno ascenso en el ranking mundial, me comentaba que a cada momento le hacían pruebas de dopaje, incluso por sorpresa se le contactaba por parte de los laboratorios encargados de hacer las pruebas para tomar las muestras, no importaba hora, no importaba el lugar.


La razón era que resultaba inconcebible que a los 34 años un tenista estuviera en pleno apogeo, y más cuando nunca había pasado la barrera de los primeros 150 del mundo.


Supongo, pues no he vuelto a tratar ese tema con él, que luego de haber ganado el ATP 250 de Quito, entrar al top 100 e incluso entre los mejores 50 del mundo, esos exámenes no pararon, y apostaría a que se intensificaron.


Está más que claro que Estrella nunca ha dado positivo al uso de ninguna sustancia prohibida, pues los resultados que ha conseguido como tenista profesional han sido producto de otras “drogas” que no se detectan a través de estudios clínicos.


Nunca me ha gustado utilizar los términos “garra” o “corazón” para referirme a es aumento de adrenalina que experimenta un atleta cuando se hace más grande que los momentos y usa esa presión a su favor para lograr lo inesperado.


Para mí, ese modo imbatible que ha alcanzado Víctor en partidos donde a cualquier otro se le abriría el pecho (en buen dominicano) está en su naturaleza, en su realidad, porque todo lo que ha conseguido como atleta ha sido luchando, poniendo ese extra, porque nunca le regalaron nada, todo ha sido a base de un gran esfuerzo.


Él empezó el desarrollo de su carrera con más de 25 años, una edad, donde un buen profesional está al menos dentro de los primeros 100 del mundo. Para esos años, Víctor comenzaba a jugar torneos Futuros por Estados Unidos, ganando algunos de ellos y obteniendo buenos resultados en otros, y así fue escalando hasta conocer al veterano que tenemos hoy.


Pero desde que Víctor empezó a jugar Copa Davis en 1998, se veía que la presión era un plus para este jovencito, que no se dejaba afectar de manera negativa por representar a su país, ni tampoco por jugar en él con su gente.


La historia está ahí, él llevó a República Dominicana dos veces al Grupo 1 de América  y una vez al Playoff del Grupo Mundial jugando con su público, y jugó esa fase de la Davis con un estadio lleno que lo apoyó en todo momento, gritando su nombre, y ganó su partido de debut.


Pero fuera de la Copa Davis, un torneo donde influyen emociones particulares por parte de los jugadores, sobre todo por el hecho de que juegas por un país y no por ti mismo, para Víctor jugar en casa siempre ha sido una motivación adicional.


Desde finales de 2007, cuando República Dominicana retomó los torneos Futures se evidenció ladroga” más importante que ha usado Víctor a lo largo de su carrera, el apoyo de los dominicanos. De los 12 torneos que jugó, ganó 10 y perdió en dos finales.


Y este fin de semana fuimos testigos de lo mismo. En el Challenger de Santo Domingo, Estrella empezó debajo 0-5 en su primer partido, y no bajó los brazos hasta quedarse con el título el pasado sábado, ayudado por esa “droga”, su público al que calificó como el mejor del mundo.


Una vez Nicolás Massú me comentaba que hay jugadores que esconden su tenis al enfrentar la presión, otros que buscan la gloria, enfrentan la presión para convertirse en leyendas.


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